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Chile, el país de la turbo economía, de los centros comerciales, de los tratados de libre comercio, pero también el país de las pensiones, las universidades y los hospitales privados –y uno de los países con más desigualdad del mundo-,  ha votado, y ha otorgado una clara mayoría (aunque necesitará de una segunda vuelta) al candidato de la derecha, el populista Sebastián Piñera, que cuenta con el apoyo de reconocidos pinochetistas.

Atrás quedan 2 candidatos importantes de la histórica izquierda chilena: el democristiano (oficialista), Eduardo Frei, y el socialista Marco Enríquez-Ominami. Una curiosidad nada baladí: tanto los padres de Frei, como el de Enríquez-Ominami (y el de la actual presidenta Bachelet), están unidos por una misma tragedia: fueron asesinados por la dictadura de Pinochet. Cosas de Chile. 

Frei, Bachelet y Enríquez

Miguel Enríquez fue el secretario general del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), y fue asesinado el 5 de octubre de 1974, cuando la DINA (las SS de Pinochet) rodeo su vivienda con soldados, tanquetas y hasta un helicóptero. En el enfrentamiento recibió el impacto de 10 balas. Convencido que pronto moriría, Miguel había pedido a su mujer que trajera a su hijo desde el exilio de París para despedirse. Nunca pudo hacerlo. 

Frei Montalva fue el presidente que precedió en el cargo a Allende. Líder de la Democracia Cristiana, estuvo a favor del golpe en sus inicios, pero pronto se decantaría por las filas de la oposición. En diciembre de 1981 entró en el hospital para una cirugía menor. Salió de allí dentro de un ataúd, un mes después. Hace una semana, el juez encargado del caso de la muerte del expresidente confirmó que éste fue envenenado con una pócima preparada en el Laboratorio de Guerra Bacteriológica del Ejército. 

Por su parte, el general masón, Alberto Bachelet, fue de los pocos que se negaron a participar en el golpe de 1973 contra Allende. Fiel a sus principios, renunció a las FF.AA y fue encarcelado por sus propios compañeros. Murió al año siguiente, a los 51 años. En una carta contó que fue “torturado” por “camaradas de las FACH a los que conocía desde hacía veinte años, alumnos míos, que me trataron como a un delincuente o como a un perro”. 

Veremos que sucederá en la segunda vuelta, el próximo 17 de enero. Algo debería cambiar en este Chile que conserva la misma Constitución aprobada en 1980 por Pinochet. La misma que prohíbe ser parlamentarios a los dirigentes sindicales. Cosas de Chile.